REFLEXIONES SOBRE CIENCIA Y ETICA DE VICTOR MARTIN
Muchos autores sostienen que la ciencia es un conjunto de conocimientos racionales, ciertos y probables, obtenidos metódicamente, sistematizados y verificables, que hacen referencia a objetos de una misma naturaleza.
Sin embargo, otros opinan que es un creciente cuerpo de ideas establecidas provisionalmente que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable, y por consiguiente, falible.
Independientemente del concepto que se maneje, algo es claro: la ciencia avanza solamente a través de la investigación científica, pues ella ha permitido al ser humano hacer una reconstrucción conceptual de la realidad, que es cada vez más amplia, profunda y exacta.
El ser humano domina y moldea la naturaleza, sometiéndola a sus propias necesidades; reconstruye la sociedad y es, a su vez, reconstruido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo a sus propias necesidades materiales y espirituales, así como a sus ideales: crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura.
En ese sentido, el desarrollo científico-tecnológico recientes, en particular los producidos en el último tercio del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI, han experimentado con mayor profundidad que en otros momentos históricos y, especialmente, con mayor velocidad, un profundo impacto sobre las formas de actuar, de conocer, y de valorar de los individuos y de las sociedades contemporáneas.
Es indudable que la ciencia ha realizado grandes avances tanto en el desarrollo de la vida humana como en los avances técnico-científicos. Tal como lo señala Morín… “Las ciencias nos han brindado muchas certezas, pero de la misma manera nos han revelado en el siglo XX, innumerables campos de incertidumbre…”
No obstante, desde la óptica de este autor, es necesario que la educación asuma el reto de enseñar principios de estrategias que permitan afrontar los riesgos y modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas.
No obstante, la ética de la ciencia desde el punto de vista de Víctor Martin, tiene que abordar los problemas fundamentales y para ello se basa en la investigación. En palabras de Víctor Martin significa buscar lo verdadero, lo bueno.
La investigación, como proceso indagatorio, dinámico, incluye al investigador, a la institución y a la sociedad. Tomando como premisa principal que para investigar en necesario la sensibilidad (lo humano, lo estético, la vida), la capacitación (curiosidad, criticidad, formación) y por ende, responsabilidad (prudencia, diálogo, respeto). Aquí la importancia de la ética en el abordaje de los problemas en el abordaje de los problemas fundamentales, con visión del conocimiento científico como actividad de sujetos concretos, y por tanto, moralmente responsables.
Para Víctor Martin, en la ética de la investigación convergen la moral del investigador (valores), una ética acordada (bien) y una deontología para el investigador (deber).
En el siglo XXI se está… “operando un profundo cambio en la inteligencia científica y paralela y complementariamente, un desarrollo creciente de la inteligencia social y de la inteligencia ética…” Martin (2008).
En el marco de esta tendencia y revisando los conceptos expuestos por el autor, cabe señalar que la inteligencia puede ser definida como la capacidad o facultad de aprender, aprehender o comprender y adaptarse; o bien, en un sentido más aplicado y desde el punto de vista de la psicología, como la capacidad integrativa para resolver situaciones problemáticas nuevas. Y es que la inteligencia no debe concebirse fundada únicamente en el razonamiento lógico y enfocada a resolver problemas; esta perspectiva desde el punto de vista de Martin refleja una concepción racionalista y unicista y en la actualidad, ha sido criticada por autores como Gardner (2000) el de las inteligencias múltiples al igual que los aportes de la neurociencia en el campo educativo.
La definición de inteligencia expuesta por Gardner, quien la considera como “un potencial biopsicológico para procesar información, que se puede activar en un marco cultural para resolver problemas o crear productos que tienen valor para una cultura. En ese sentido, Gardner nos habla de una inteligencia social y una inteligencia ética orientadora de desempeño en contextos reales.
De aquí que Martin expresa que está en curso un cambio decisivo en la percepción del valor de la ciencia y ese cambio responde a la emergencia de nuevos paradigmas que afectan tanto la inteligencia científica como la inteligencia ética. Tales cambios se enmarcan en la cuestión sobre el sentido del conocer, el actuar y el valor humano.
En la ciencia contemporánea, así como en la política, economía, educación etc., ha hecho irrupción un nuevo pensamiento sobre las finalidades y sobre el sentido integrador proyectivo de la vida, como una forma inédita de teleologismo. Es una nueva forma de inclusión y contextualización del pensamiento humano. (Martin 2008).
· Inclusión en la vida: Aquí se hace alusión al paradigma biocéntrico el cual permite reintegrar y reproponer delicados equilibrios vitales necesarios para que exista el futuro.
Al superarse al paradigma antropocéntrico, vigente en toda la modernidad no reflexiva, no se trata de desvalorizar el decisivo aporte del hombre a la construcción de una vida deseable, sino en reubicar sus actuaciones, en el marco de una ética de la responsabilidad, como intérprete y administrador de la vida.
· Inclusión en la complejidad: Dando apertura a una nueva valoración de la diversidad y la necesidad de pluralismo y tolerancia.
Desde la complejidad se construye un pensamiento que se expresa en una ética intercultural orientada a la hospitalidad, la comprensión y la aceptación.
· Inclusión a la realidad humana: El paradigma humanista recupera del conocimiento científico como la obra de seres humanos, concretos, agentes morales que actúan o pueden hacerlo con convicción y responsabilidad. Un humanismo que busca el rescate de la labor de sujetos históricos concretos en relación de convivencia plural, democrática y responsable,
Es con el surgimiento de estos paradigmas que ciencia y ética están desarrollando desde adentro, en los equipos de trabajo, en las comunidades científicas, y desde fuera, por exigencia de la sociedad, profundos cambios que pueden apuntar a aproximar ideas, creencias acerca de la supervivencia, necesaria como plataforma, pero amenazada por los deterioros ambientales y las carencias sociales.
En ese sentido, se espera que estos cambios significan en la ciencia, la inclusión del poder en la intervención del conocimiento, en la capacidad de integración del saber.
De acuerdo a lo planteado, se espera que desde la ciencia, tomando en consideración la inclusión y contextualización del pensamiento humano; desde el biocentrismo, el pensamiento complejo y el humanismo, se asume su eficacia para pensar y construir no solamente el hombre, sino principalmente lo humano. “En la ética los cambios que el impacto de la explosión tecnocientífica ha impulsado se refleja en una nueva valoración de la vida, a través de la inteligencia integradora y posibilitante como instancia dialógica de la convivencia en la diversidad. La convergencia entre ciencia y ética podía ser expresada en un recorrido que va del conocimiento al saber y del saber al conocimiento…” Martin (2008).
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